MOKHTAR ATITAR 07/01/2012 EL PAIS
Fue una de las primeras mujeres en entrar en Magnum
La fotógrafa estadounidense Eve Arnold falleció el jueves en Londres a la edad de 99 años, según informó su agencia, Magnum. Arnold, asentada en el Reino Unido desde comienzos de los sesenta, es una de las mejores fotoperiodistas del siglo XX, especialmente por sus retratos. Por sus objetivos desfilaron protagonistas de la centuria pasada, como la reina Isabel II, Jacqueline Kennedy o Malcolm X.
Pero si por un solo trabajo hay que recordarla -siendo difícil en tan larga y excelsa carrera- es por el reportaje que hizo de Marilyn Monroe durante el rodaje de Vidas Rebeldes, en 1960. La fotógrafa siguió a la rubia platino durante dos meses, mientras estaba a las órdenes de John Huston y acompañada en el reparto por Clark Gable, otro guapo de solemnidad. La filmación, en pleno desierto de Nevada y con un calor insoportable, estuvo llena de problemas, desde las borracheras del director y la actriz hasta la ruptura de Monroe con su marido, el escritor Arthur Miller.
Con semejante escenario, el trabajo de Arnold es una disección de todas las etapas por las que podía pasar Monroe detrás de las cámaras, desde su aspecto más infantil hasta algo depresiva, enfada, cansada y triste, sin perder nunca su aire de mujer seductora. La fotógrafa podía haber sacado el aspecto más desolador y hundido de la actriz, pero en todas las imágenes captadas por su cámara hay un gran respeto a la persona detrás del personaje público. «Si eres cuidadoso con la gente y si respetas su privacidad, te ofrecerán una parte de ellos mismos que podrás usar», contaba en 2002.
De padres emigrantes rusos judíos, Eve nació en 1912 en Filadelfia, Estados Unidos. De joven se trasladó a Nueva York, donde empezó a interesarse en los años cuarenta por la fotografía, después de trabajar en una tienda de revelado. Fue en 1948 cuando se apuntó a un curso de fotografía de seis semanas en la Nueva Escuela de Investigación Social. Eso sí, con el fotógrafo y director de arte de Harper’s Bazaar Alexey Brodovitch como profesor. Pronto empezaría a trabajar en Life o Time. En el crepúsculo de la década, el fotoperiodismo, con gente como Capa o Cartier Bresson, vivía su época dorada.
Fue precisamente este último, fascinado por uno de sus trabajos sobre la moda en Harlem, quien propuso en 1951 su ingreso en la entonces recién estrenada y ahora mítica agencia Magnum; Arnold fue una de las primeras mujeres que logró acceder a ella.
La fotografía le sirvió para refleja sus inquietudes más profundas. «Los temas son recurrentes una y otra vez en mi trabajo», decía: «fui pobre y quise documentar la pobreza; perdí a un hijo y me obsesioné con los nacimientos; me interesé por la política y deseé saber cómo afectaba a nuestras vidas; soy una mujer y quise conocer a las mujeres».
En las imágenes de Arnold está siempre presente el ser humano, con unos potentes retratos. Sin embargo la fotógrafa prefería captar el gesto que buscarlo y forzarlo.»Una sesión de estudio ofrece las mayores posibilidades de control» -decía en un libro sobre su trabajo (Eve Arnold, Great Images of the 20th Century)-, pero «a pesar de esa libertad total, todavía me disgusta la fotografía de estudio y las imágenes artificiales que se generan».
También es imprescindible en su obra China, extenso trabajo sobre el gigante asiático que fue objeto de su primera gran exposición en solitario en 1980, en el Brooklyn Museum de Nueva York. En 2003, la reina Isabel II la hizo miembro de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la fotografía. Llevaba mucho tiempo sin tomar fotos; por entonces solo se dedicaba a leer a los clásicos de la literatura.