Hoy voy a contar la historia sobre la fotografía, de mi compañero Robert Capa, el miliciano muerto.
La historia se desarrolla en España como consecuencia de su estado de guerra civil en el que se encontraba y como grandes fotógrafos de guerra que éramos debíamos dejar constancia fotográfica.
Decidimos ir a España durante unos tres o cuatro días, los que nos fueran posibles. Los dos primeros días nos desplazamos por diversos puntos de la geografía española, terminando en el sur de esta.
Durante los primeros días Capa se mantenía cauto y tomaba pocas fotografías, observaba demasiado, como si esperase el momento justo. Nos desplazábamos donde se desarrollaba todo el peligro, queríamos captar toda la emoción del momento, el momento mas bélico, lo que causase mas impresión a la gente al observar las fotos.
No paraba de observar a Capa, no era normal esa actitud en él. El solía ser el más intrépido de los dos, llevaba siempre la iniciativa, se arriesgaba más que nadie por conseguir la mejor foto, pero en esta ocasión no era así.
Le pregunte que le ocurría, a lo que el contesto que sabia que algo iba a pasar que seria recordado siempre, que debía observar muy concentrado la escena, para estar alerta ante tal acto. Después de eso se dio la vuelta y continuó observando, disparaba alguna foto pero en seguida volvía a dejar la cámara para no distraerse con nada.
Yo entonces decidí seguir a lo que habíamos ido, fotografiar la guerra civil española.
Mientras nos desplazábamos a hacia el sur de la península Capa reaccionó, volvía ser como él era en las guerras, ya estaba activo, ya no solo observaba, disparaba fotos a todo lo que a nuestro alrededor ocurría. Fue entonces cuando pensé que algo grande iba a salir de aquella guerra, nunca había visto a Robert en esa actitud, desenfrenado, eufórico, impaciente por llegar a nuestro destino. Y por fin llegamos.
Cuando llegamos estaba ya anocheciendo, no era la mejor condición para tomar fotografías, ni para estar por las calles. Nos encontrábamos en Espejo (Córdoba) un 4 de Septiembre de 1936, lugar donde decidimos que finalizaríamos nuestro paso por territorio español antes de volver a casa.
Lo primero que hicimos al llegar fue descansar, el viaje fue muy pesado y muy duro. Necesitábamos dormir, pero Capa no tenia la misma visión que yo, puesto que estaba impaciente por salir, por hacer fotos en todos los sitios donde algo importante estuviese pasando. Conseguí calmarlo un poco y pudimos pasar la noche tranquila.
A la mañana siguiente al despertar, mire hacia los lados y Capa ya no estaba, le pudo la impaciencia. Me levante de un salto y me fui en su búsqueda, no me iba a costar mucho saber por donde andaría, donde hubiese peligro allí estaría el en primera fila como el alumno mas aplicado. Era un día muy soleado, ideal para hacer fotos.
Una vez lo encontré dialogamos sobre como veía el día, que si sacaríamos grandes cosas y su entusiasmo me confirmó que ese seria un día grande.
Decidimos partir, pero nos encontramos con el problema de que no coincidíamos en las decisiones, pero viendo con la euforia que defendía su decisión decidí seguirlo, sabía que estaba ante el mayor Robert Capa que había visto nunca.
Una vez reanudamos la marcha seguíamos a un grupo de milicianos y observé cómo Robert observaba muy atento siempre nuestras espaldas, creo que sabía que algo iba a suceder.
De pronto un ataque entre bandos enemigos se abalanzó sobre nosotros, huí para ponerme a salvo, no miré atrás pero confiaba con que Capa viniese detrás, una vez puesto a salvo miré pero Robert no estaba, tardó un par de minutos en llegar donde yo estaba. Venia eufórico, con su pequeña cámara Leica III con un objetivo Elmar 50 o 35 mm, no recuerdo bien, con apertura f/2,8, en la mano protegiéndola como si de un hijo se tratara. Le pregunte el porque de tanta euforia cuando habíamos estado a punto de morir, me dijo que tenia algo impresionante, que ese era el momento que había estado esperando durante toda la guerra y que sabía que llegaría. Decía que lo que tenía en ese carrete daría la vuelta por todo el mundo y se recordaría siempre.
Una vez me explicoó la foto que había hecho no confiaba demasiado, no lo veía claro, todo iba demasiado rápido como para poder captar ese momento, pensaba que esa foto no sería gran cosa que simplemente no se vería nada especial. Pero yo veía a Robert tan confiado, eufórico, que no quise decirle nada e intentar convencerme de que iba a salir algo de aquella foto, dado que si alguien era capaz de hacerlo ese era él.
Dada la excitación de Robert por volver a casa para revelar la foto salimos antes de lo previsto, no me importaba dado que tenía ya material de sobra.
Ya estando en casa cada uno se fuese por su camino para revelar las fotos lo antes posible y poder difundirlas. Como sabia el entusiasmo de Capa por su foto al cabo de unos días me pase por su laboratorio.
Cuando llegue allí me encontré a Robert en una butaca descansando, habían sido días con muchas emociones. Me acerque hacia donde estaba él y me quede paralizado, tenía entre las manos exactamente lo que me había explicado. Tenia la foto del miliciano en el instante justo en el que es abatido, yo no podía creerlo, todo fue tan rápido que no consigo imaginar cómo lo hizo, pero solo tenía una cosa clara, estaba ante el mayor fotógrafo de guerra de todos los tiempos.