A continuación me dispongo a narrar una historia bastante conmovedora y triste que me sucedió allá por el año 1936.
Por aquel entonces yo era un espíritu libre y lo único que me movía en la vida eran mis propios intereses, viajaba a todos los sitios del mundo que quería y me venían en gana. Todos estos viajes eran posibles gracias a la fortuna que mi familia había acumulado durante muchos años, porque no decirlo, era de una de la familias más ricas de toda España, cosa que me enorgullecía a la vez me hacía sentir importante y tratar a las demás personas como si fueran inferiores.
Por aquel entonces acabada de cumplir los 22 años y al ser hijo único mis padres me daban todos los caprichos habidos y por haber, gracias a eso era posible realizar todos mis viajes y las aventuras que vivía en cada una de ellos, cada cual más disparatada y surrealista, aunque os voy a contar una historia un tanto triste pero muy personal, ya que esta historia cambiaría mi forma de pensar y vivir para el resto de mi existencia.
En marzo de 1936 me fui de vacaciones a California. Llevaba esperando este viaje mucho tiempo ya que era uno de mis viajes más ansiados. Al llegar a California yo ya quería vivir experiencias y sobre todo pasar unas buenas vacaciones a costa de mis padres, lo primero que
hice fue dejar la maletas en el hotel e irme a la playa a beberme unos mojitos y tomar un poco el sol en esas playas tan fantásticas.
Quería disfrutar al máximo de cada minuto por eso no podía perder el tiempo. Yo siempre viajo con mi cámara Graflex, una cámara de gran formato que me habían regalado mis padres por mi decimo octavo cumpleaños para que inmortalizara todos mis viajes y luego les enseñase las fotografías de cada uno de los paisajes vistos. La cámara me la deje en el hotel ya que era demasiado grande como para llevármela a todos los sitios donde me disponía a ir, no todos iban a ser fotografiados, menos mal que me la deje en el hotel porque esa fue mi esperanza en este viaje, pero bueno eso lo contaré un poco más adelante, no os precipitéis.
Como decía yo estaba en la playa al sol con mi mojito, eso sí que era vida, estaba en la gloria, me sentía algo cansado y me quede durmiendo en la toalla al sol. Cuando me desperté me di cuenta de que me habían robado todo lo que tenía encima, o sea todo mi dinero, solo me quedaban las llaves de la habitación del hotel. La pregunta que me hice en ese momento fue cómo pasaría ahora las vacaciones sin dinero, todo me estaba saliendo mal y las vacaciones que creía perfectas se estaban convirtiendo en una pesadilla.
Me dirigí al hotel después de estar un buen rato en la playa pensando qué hacer y un poco angustiado porque me habían robado todo el dinero, malditos muertos de hambre, aunque de poco servía ya lamentarme de lo sucedido. Fue entonces cuando al subir a la habitación del hotel se me ocurrió una idea para ganar algo de dinero. Trabajaría haciendo fotografías en la playa con mi cámara para ganar algo de dinero y poder subsistir todas la vacaciones.
Al día siguiente me puse en la playa para realizar fotografías como trabajo, y no me fue nada mal en el primer día ya que conseguí dinero para poder comer y cenar ese día me sentí muy orgulloso de mi mismo ya que estaba consiguiendo una recompensa por mi trabajo. Estuve realizando fotografías en la playa cuatro días más, ya que en cuatro días pude reunir bastante dinero para poder estar de vacaciones, aunque si soy sincero había cogido el gusto a eso de estar en la playa “cambiando” los negativos de la fotografías de 4’’x5’’ por dinero. Pero era hora de poder vivir los días de vacaciones que me quedaban, esa noche me fue a dormir con una satisfacción muy grande.
Al día siguiente me fui de excursión con mi pesada cámara a un pueblo de California a Nipomo, ese pueblo me parecía fantástico, era precioso, con mucha vegetación. Era un pueblo muy entrañable de gente trabajadora y humilde donde todo el mundo se conocía. Eran personas muy cordiales, me sentía genial estando allí aunque me daba algo de pena muchas de las personas a las que veía ya que eran pobres y sin muchos recursos para salir adelante. En especial me dio pena una señora que vi por la calle con sus hijos. Me acerqué a ella y empezamos una larga conversación, en ella vi a una señora luchadora y un poco demacrada por el paso del tiempo y por tener que haber criado a sus siete hijos ella sola y sin mucho dinero. Todo lo que me contó acerca de su vida me pareció muy duro y triste ya que a duras penas podía darle de comer a sus siete hijos, fue entonces cuando pensé en darle algo de dinero para que ella y sus hijos pudiesen comer un par de días aunque fuese. Sé que no era mucho pero era todo lo que tenía en ese momento, además necesitaba hacer algo por esa familia y eso era todo lo que podía hacer en ese momento. La mujer que se llamaba Florencia Thompsom me dijo que era muy amable pero que no podía acepta ese dinero, entonces fue
cuando se me ocurrió una idea, le dije que cogiese el dinero a cambio de poder realizarle una fotografía con dos de sus hijos, ella en ese momento accedió.
Al decirme que les podía realizar la fotografía saque y coloque mi cámara Graflex de gran formato frente a ella y dos de sus hijos. Al realizar la toma de la imagen quería que se viese reflejado en la fotografía esa pobreza y tristeza que ve veían en la cara tanto de Florencia como de sus dos hijos. Hice algunas tomas fotográficas variando el tipo de plano y el diafragma pero al final la mejor imagen fue realizada con un diafragma de f16 y a una velocidad de obturación de 1/6 segundos. El plano que realice fue cerrado porque quería que me expresaran todo lo que llevaban dentro, aunque tuve un problema con los hijos que se pusieron en la fotografía, eran muy vergonzosos y solo se abrazaban a su madre esperando quizás que todos esos días de hambre y sufrimiento acabaran.
Una vez realizada la fotografía me despedí de Florencia y sus siete maravillosos hijos, le di las gracias por dejarme fotografiarles y me fue de regreso a la habitación del hotel a pasar la última noche de mis vacaciones pensando en todo lo vivido en California.
Al día siguiente recogí todas mis pertenencias y me fui al puerto para coger el barco que me traería de vuelta a casa, después de unas ajetreadas vacaciones. Al llegar a casa le conté a mis padres todo lo vivido , las vacaciones de locura que había tenido. Aunque yo quería positivar la placa de película negativa de 4×5 pulgadas para ver mi maravillosa imagen.
Al tener la fotografía ya positivada me di cuenta que esa imagen captada todavía mejor de lo que había pensado los sentimientos y sufrimientos de Florencia y sus dos hijos. Al enseñársela a mi familia todos nos emocionamos y algo dentro de nosotros cambio para siempre.
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Rafa?, no sabia yo esta faceta tuya, pero como siempre vale su peso en oro como todo lo que tus manos haces!!!!!!!!!
Un fuerte abrazo.