Julia Margaret Cameron (1815-1879) nació en Calcuta, donde su padre era Oficial de la Compañía de la Indias Orientales. Casada en 1838 con un magistrado y reformista liberal, se dedicó exclusivamente a las “obligaciones de su sexo” –y su clase social- hasta que su hija Julia le regaló una máquina de fotos para que no se sintiera sola y aburrida cuando ella se fuera de casa. J.M. Cameron empezó a usarla en 1863 en la Isla de Wight, donde vivía desde 1860, aprovechando las enseñanzas del astrónomo Herschel, al que conocía desde 1835. Por delante de su objetivo desfilaron escritores, pintores y artistas, además de los miembros de su familia y los trabajadores de su casa, especialmente Mary Hillier, una de sus modelos favoritas.
Cameron hace retratos y compone escenas literarias, históricas, motilógicas, alegóricas o poéticas con los mismos personajes a los que retrata y con un atrezzo muy sencillo, básicamente algunas telas. A parir de ahí, inventa un mundo propio poblado por los personajes del ciclo artúrico, las diosas del limpo, la Virgen María, los ángeles, etc.
Cameron no cuida mucho su técnica; preocupada por hacer “obras de arte” más que por conseguir la perfección fotográfica, trabaja con placas muy grandes (de 20×25 y 30×38 cms), se aparta de sus contemporáneos y (desde 1867) hace retratos de primer plano, con poca profundidad de campo, que resultan un tanto desenfocados, como el de Herschel (1867), o descuida los negativos, que se arañan. Esta dejadez le valió muchas críticas, aunque expuso (varias veces sola) y ganó premios en toda Europa por sus “estudios artísticos”. La libertad y la fuerza de esos primeros planos “descuidados” son muy superiores a las de sus contemporáneos más perfeccionistas……..
…….. La técnica de Cameron, que prefería un ligero flou al enfoque preciso, y necesitaba exposiciones muy largas para conseguir placas grandes, la situó a contracorriente en los años en que trabajó, y acercó sus fotografías más a la indefinición de los calotipos de Hill y Adamson que a la nitidez de otros colodionistas como ella. Este hecho, junto a su gusto por las escenas literarias e históricas, y su relación con los artistas del grupo prerrafaelista despertó el interés de los pictorialistas, que vieron en ella una antecesora.
Texto extraido del la obra Historia General de la Fotografía, coord. Marie-Loup Sougez. Ed. Cátedra