Testino desnuda la moda en el Thyssen
La muestra que el museo dedica al fotógrafo peruano revaloriza un arte considerado menor
ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS – Madrid – 21/09/2010 El Pais
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¡Flaco, largo, elegante, esbelto!». Mario Testino grita la consigna a carcajadas una y otra vez ante cada fotógrafo que le retrata y a los que pide, sin reparo pero con extrema educación, supervisar cómo ha quedado en la imagen. «Hay fotógrafos que trabajan para los demás y otros que trabajan para sí mismos. Yo soy de los primeros. Le entrego la foto al otro, para que salga lindo», explica el hombre que más y mejor ha retratado en las últimas décadas el lujo y su ensoñadora banalidad.
Lo excepcional de la exposición que el Museo Thyssen dedica (hasta el 9 de enero) a Testino es que supone la entrada en un museo de corte tradicional de un tipo de fotografía, la de moda, usualmente considerado un arte menor y hecho por encargo -en este caso por revistas como Vogue, Vanity Fair, V magazine, Allure o The Face-, lo cual forma parte de cierta tendencia de renovación de experiencias museísticas en busca de nuevos públicos en tiempos de crisis. Más, si el reclamo es el desnudo de alguna de las mujeres más bellas del mundo, por más que Guillermo Solana, conservador jefe del Thyssen, no vea una continuidad entre esta exposición y la reciente Las lágrimas de eros. «No hay una línea erótica en el Thyssen», zanjó ayer.
Bajo el título Todo o nada, y con el patrocinio de Lancôme (marca para la que Testino firma sus campañas), la exposición arranca con una serie de fotografías de alta costura y se cierra con los desnudos. En unas y en otras se respira el barroquismo de un hombre que defiende el peso de lo ligero. Una narrativa que, según él, muestra su gusto «por el exceso» y también su vocación por el desnudo. «Yo puedo ser todo y puedo ser nada porque lo que quiero es ser todo a la vez. Me gustan las fotografías muy decoradas y también las que están limpias de cualquier adorno. No era fácil seleccionar entre miles de trabajos y menos cuando están hechos para las revistas, donde la premisa es pasar rápido la página y donde lo que de verdad importa, siempre, es la portada».
Están casi todas las modelos: de Linda Evangelista a Kate Moss, Stephanie Seymour, Daria Werbowy, Natalia Vodianova, Gisele Bündchen… y muchas actrices: Kate Winslet (que anoche compareció con Werbowy en la fiesta de inauguración), Kirsten Dunst, Jennifer Aniston o Demi Moore («no lo dudo, si fuera mujer, ese es el cuerpo que querría»).
Testino empezó su carrera en los ochenta en Londres. «Yo entonces era un joven peruano, una novedad interesante. Pero siempre llega alguien más nuevo y más joven y te dejan de lado y entonces empezaron años muy duros para mí. Ni me saludaban. Fue entonces cuando decidí hacer desnudos, trabajos básicos». Dice que la fotografía es «dibujar con luz» y que él («mi fuerte no es la técnica») siempre tuvo más inclinación por las modelos que le divertían personalmente que por las que eran más bellas. Fue, sin embargo, su famosa serie a la princesa Diana, en 1997, para Vanity Fair, lo que le colocó otra vez en el disparadero. «Fue una sesión tomada con luz natural, y en Londres eso es complicado. Pero ahí estaba su magia».
Testino asegura que ha pasado media vida con deudas en el banco para poder llegar a ser lo que quería y que, puestos a definirse, él es un sudamericano alegre, «¡solar!». La exposición en el Thyssen es, para él, un «intercambio» de poderes: «estar aquí eleva mi trabajo y que yo esté aquí les da vida a ellos».
Guillermo Solana calificó ayer a Testino como «el mejor fotógrafo de moda vivo. Ha redefinido el retrato de hoy en día, es una celebridad que la gente saluda por la calle. Ya expuso en la National Portrait Gallery de Londres, entronca directamente con una tradición que este museo representa. No hay nada extraño en esta muestra, solo algo inédito. Nada que no pueda justificarse».
«La fotografía de moda se ha visto como algo superfluo, pero hay cantidad de artistas, fotógrafos y pintores que se han alimentado de las páginas de las revistas», asegura Testino, que al explicar su «universo» mezcla referencias que incluyen el peinado de su madre, «una señora que todavía va dos veces a la semana a la peluquería…» Defensor del retoque en las imágenes («siempre ha existido») y de la cirugía («hay que aceptar la libertad de cada uno») asegura que si la exposición hubiese sido en Londres las imágenes de desnudos habrían sido «más fuertes». «Pero soy latino, vengo de un país católico, y quería entrar en el universo Thyssen, no que el Thyssen entre en el mío».